El Rolfing, por sí mismo, es una técnica completa que nos permite corregir desequilibrios posturales que generan molestias, tensiones o dolores crónicos en nuestro cuerpo. Todo ello se realiza a través de la manipulación del tejido conectivo, o fascias, y la educación del movimiento.

A lo largo de mi trayectoria profesional he descubierto que existen otras disciplinas que vienen a complementar y perfeccionar la atención al paciente, entre ellas el yoga y el tratamiento del trauma (Somatic Experiencing), una combinación que permite llegar hasta la causa del problema y tener la posibilidad de corregirlo. De ahí que prefiera hablar de Rolfing Integral.

El cuerpo es un claro reflejo de nuestra trayectoria vital, por eso es tan importante el trabajo de observación a través del análisis del lenguaje corporal. Focalizar la atención en el punto de dolor es atender sólo el síntoma, que podría ser un indicativo de un problema subyacente; y tenemos que llegar al origen si queremos erradicarlo por completo. En este sentido, aplicar junto con el Rolfing las técnicas adquiridas a través de Somatic Experiencing (tratamiento del trauma) nos permite trabajar directamente –paciente-terapeuta- con el sistema nervioso, con el fin de hallar respuestas a situaciones traumáticas que hayamos padecido a lo largo de nuestra vida, aunque no seamos conscientes de ellas. Por otro lado, a través del movimiento Rolfing y yoga terapéutico conseguimos mantener nuestro cuerpo ágil y flexible, evitando que las lesiones se hagan crónicas con el proceso natural de envejecimiento del cuerpo.  

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